Hoy he tenido mi primera clase de taller literario. Simplemente genial.
Primer ejercicio, disponemos de media hora para escribir una biografía. Hay que intentar escapar de la típica biografía de fechas y hechos.
Este es el resultado de mi ejercicio. Hay que tener en cuenta el tiempo y la escritura a bolígrafo a la que no estoy acostumbrado.
“Siempre quise ser un chico duro. Ya al nacer miré a los ojos de mi mami para que se percatará de que aquí estaba yo. Recuerdo ese día, era un cinco de abril muy frio. Recuerdo que no quería abandonar ese cálido lugar y que luche con todas mis fuerzas para evitarlo. Al final tuve que ceder pero seguro que mi cara de enojo no pasó desapercibida.
Ya en primaria aparecieron los primeros síntomas que indicaban que mi propósito iba a ser un fracaso. “Destaca por su sensibilidad” fue el veredicto de mi tutor de primaria. Cinco años intentando ser el duro de la clase. Intentando demostrar a todos lo fuerte que era y la palabra prohibida, sensibilidad, es la utilizada por mi tutor para juzgarme.
En secundaria no cambió mucho la situación. Durante esos años la lucha con mis verdaderos sentimientos fue muy intensa. Días vencía el “yo duro” y me los pasaba intentando demostrar a todos lo fuerte que era. Días ganaba el “yo sensible”. Esos días los odiaba, siempre con la sensación del lagrimal a punto de explotar. Durante esos días intentaba ocultarme, pasar lo más desapercibido posible.
7 del 4 de 1993. Nunca podré olvidar ese día. Recién había cumplido 20 años cuando conocí a la que sería mi futura mujer. Por esa época yo andaba por la facultad. Mejor dicho, andaba por los bares que rodean la facultad.
Fue un amor a primera vista. Durante días, durante meses corrí detrás de ella oculto tras mi máscara de hombre duro. Fracasé. No conseguí ni una simple sonrisa, ni una amable palabra.
Vencido, ausente, no sé realmente porque motivo, le mostré ese yo que más detesto. El yo sensible. Desde ese día todo cambio. Sus ojos se transformaron y detrás de sus pupilas se podía percibir el amor. Su rostro se sereno y su mueca se transformó en una dulce sonrisa.
Esa conquista fue el principio del fin de mi sueño, “hombre duro”. No fue fácil. Fueron muchos los años
intentándolo. Todos esos auto convencimientos, todas esas luchas internas, no podían desaparecer de la noche a la mañana. Ni siquiera por ella.
A poco a poco fui dejando a un lado esa versión dura de mí. Ya no importaba ser fuerte. ¿Para qué? Nací sensible y moriré sensible. No vale la pena perder el mínimo de energía en intentar ser alguien que no soy.
Ahora, a mis cuarenta, he aceptado que soy como soy. Son cientos las situaciones que me han demostrado que así es mejor. Lo mejor que tengo, a ella, lo conseguí con mi yo más genuino…
Aún así, hay días que todavía me despierto con la amargura en el pecho que me produce mi otro yo que permanece dormido en lo más profundo de mí.”
Pedrito, Cada dia que pasa, me gusta mas lo que escribis!!!!Si escribieras un libro, yo te compraria, seguro!!!!
ResponderEliminarTenes un don, y eso es maravilloso!!!
No conozco ni pizca de tu lado duro, pero ni falta que hace....
Mandale un besote enorme a Carito y a los niños; decile a mi amiga, que me alegro muchisimo que nos ecribiera y que ya le respondere pronto...
Un beso enorme, y segui publicando lo que escribis que me encanta leerlo!!
Besotes enormes y los queremos mucho